Por: José Manuel Gutiérrez Becerra
El Estado de México es la única entidad de la República Mexicana que norma la obligatoriedad para que cada municipio cuente con su Sistema Municipal Anticorrupción (SMA), sin embargo, esto no ha sido sinónimo de efectividad en el combate a la corrupción ya que, a pesar de contar con una Política Estatal Anticorrupción y que 108 de los 125 Ayuntamientos cuenten con su propio SMA, el tema no ha formado parte del listado de prioridades en las nuevas administraciones municipales lo que nos llevaría a pensar que hay un serio problema de voluntad política.
S bien es cierto que la corrupción es un problema de origen multifactorial que se ha convertido en un lastre sistémico del Estado mexicano, una de las principales debilidades para combatirla está en el diseño propio del Sistema y de la Política Nacional Anticorrupción; estos caen en dos errores principales: Suponer que la corrupción tiene las mismas implicaciones sin importar el nivel en que ocurra; y poner la implementación de la política anticorrupción en manos de sus propios objetos de intervención.
En cuanto al primer error, Meza y Pérez-Chiqués (2020), comentan que el combate a la corrupción a nivel municipal, conforme a las bases establecidas a nivel nacional y estatal, implica omitir que las manifestaciones de corrupción en este nivel son iguales que en los otros órdenes de gobierno y que el gobierno municipal cuenta con las capacidades -normativas y operativas- suficientes para asegurar el funcionamiento de un SMA, cuando en realidad la caracterización de este fenómeno a nivel local es terreno poco explorado y casi idiosincrático, pues son las condiciones propias de cada municipio las que definen el tipo de relaciones entre la autoridad y la ciudadanía que son, generalmente, el caldo de cultivo para la corrupción.
Esto último es posible observarlo inclusive en la Política Estatal Anticorrupción del Estado de México, donde el IAPEM, en el proceso de validación de la política, identificó como un área de oportunidad para el fortalecimiento de los SMA que, una vez implementada la Política Estatal, se propicie la formulación de diagnósticos con perfiles locales ya que, hasta la fecha, la mayoría de los diagnósticos son formulados desde la perspectiva nacional, y es necesario disponer de una visión más próxima a la realidad para trabajar con asertividad sobre este problema.
En cuanto al segundo error, las implicaciones son mayores y más difíciles de atender porqué, como se mencionó anteriormente, el modelo nacional intenta obligar a que las autoridades municipales brinden las herramientas para cavar lo que se podría ser su propia tumba. Bien es sabido y replicado por los estudiosos de la administración pública que el primer contacto de la ciudadanía con el Estado se da en el ámbito municipal, y es precisamente esa proximidad la que debiera incentivar que este sea el primer espacio de acción contra la corrupción, sin embargo, esto no ocurre así, a nivel municipal más que un aliado, el SMA parece que representa una amenaza para los Ayuntamientos que más que un cuerpo de contrapesos, se han convertido en espacios de facilitación para el cumplimiento de intereses políticos particulares que se legitiman como públicos.
Y bajo este tenor es que las prioridades de la agenda municipal se han ido definiendo con base en esos intereses que, ni de lejos, contemplan el combate a la corrupción, entre otras cosas, por el alegato constante de que no existen las condiciones suficientes para que la autoridad municipal sume a su ya de por sí amplia gama de responsabilidades para con la comunidad una más, una más que no la garantizaría cobrar frutos, ni electorales ni económicos y que, por otro lado, amenazaría con irrumpir y arrebatarle a la autoridad el discrecional margen de maniobra con el que operan desde antes de asumir el gobierno, pues el descaro con el que en muchas administraciones municipales se reparten los puestos de autoridad a personas que poco o nada tienen que contribuir a tales sectores, muchas veces es el primer acto de corrupción previamente comprometido.
Conclusiones
El combate a la corrupción a nivel municipal hoy en día continúa como un pendiente que viene en detrimento de los múltiples avances que se han tenido en la materia tanto a nivel nacional como a nivel estatal. Y aunque en las líneas anteriores he señalado que hay un tema de voluntad política que no permite trabajar para superar las debilidades normativas y de diseño de la política anticorrupción, también hay que señalar que hay otros vicios que inciden. Uno de estos es la normalización social de la corrupción como una opción asequible cuando por las condiciones deterioradas de la administración pública entorpecen el funcionamiento de los mecanismos establecidos para llevar a cabo la acción de gobierno.
Referencias
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Gaceta del Gobierno del Estado de México. (2017). Ley del Sistema Anticorrupción del Estado de México y Municipios. Última reforma publicada el 11/05/2020. Consultado el 28/01/2022 en: *Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de México (edomex.gob.mx)
Meza, O.; Pérez-Chiqués, E. (2019, septiembre 9). La corrupción en el gobierno municipal. Nexos. Desarmar la corrupción. Blog contra la corrupción y la impunidad. Consultado el 28/01/2022 en: La corrupción en el gobierno municipal | Desarmar la corrupción (nexos.com.mx)
Meza, O.; Pérez-Chiqués, E. (202, octubre 20). La Trampa de los sistemas municipales anticorrupción. Nexos. Pacto Federal. Blog de federalismo. Consultado el 28/01/2022 en: La trampa de los sistemas municipales anticorrupción | Pacto federal (nexos.com.mx)
Peschard, J. (Coord.) Cuaderno ciudadano anticorrupción en las elecciones 2020-2021. Instituto Nacional Electoral. Ciudad de México. 2021. Consultado el 28/01/2022 en: *CUADERNO-CIUDADANO-ANTICORRUPCION-2.pdf (ciesas.edu.mx)
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