NO OTHER LAND: Una “revolución” frente a la moral liberal en la televisión americana

Por: Jonathan Alejandro Reyes Hernández

Durante el segundo día de marzo del 2025, en la realización de los Oscar se premió con la mítica estatuilla al documental que registra la experiencia de un activista palestino y de un periodista israelí a través de la comunidad de Masafer Yatta, aldeas palestinas fronterizas con Israel. No Other Land no solo documenta los estragos que la ocupación de Israel ha ido dejando con el paso de los años en este espacio, sino que logró obtener un spot privilegiado en el horario estelar de la televisión “americana”.

#Palestina23

La última gran “explosión” mediática alrededor del conflicto entre Israel y Palestina se dio durante el último trimestre del 2023. Lo que genera la pregunta, ¿por qué un conflicto que se mantiene activo desde principios del siglo pasado se convierte en el centro de atención internacional momentánea en el 2023?

La clave de la respuesta es el financiamiento estadounidense que reciben los cuerpos armados israelíes y la presentación de la contestación palestina en medios de comunicación “americanos”. Como ya mencionaba Chomsky en su crítica Hegemonía y Supervivencia (2004), Estados Unidos se ha convertido en el principal auspiciador de las llamadas “guerras preventivas” por razón de su propio enaltecimiento como el estado final del Estado; estas guerras contra amenazas (imaginadas o inventadas) –que a su vez–  están “en contra de la humanidad”, funcionan también como medios de implementación de nuevas políticas impulsadas por el país norteamericano, dado que “los dueños de los cañones y la fe son los únicos con autoridad para imponer al mundo sus exigencias” (Chomsky, 2004: 36). Si bien, el autor estadounidense utilizaba como referencia la intervención en Iraq, no podemos negar que la estrategia preventiva es una táctica replicada en dos casos recientes [Ucrania e Israel].

Siguiendo sobre el planteamiento de Chomsky. Durante los últimos años el caso de Ucrania se plantó como centro de la discusión internacional, al reafirmar cómo la intención de “prevenir” significa un golpe indirecto de autoridad en contra de las llamadas segundas hegemonías, dejando claro a través del último encuentro en la casa blanca entre Donald Trump y Volodímir Zelenski, que la intención ulterior del apoyo (intervención) de Estados Unidos en el conflicto Rusia-Ucrania es el sometimiento coercitivo, en este caso, sobre Ucrania.

Para el caso de Israel, –siguiendo el ensayo sobre el costo de la guerra publicado en octubre del 2024 por la Universidad Brown de Rhode Island– la inyección de recursos a las operaciones militares de Israel por parte de Estados Unidos alcanza los $17.9 billones, que equivalen a 17 mil 900 millones de dólares en un año, del 7 de octubre del 2023 al 30 de septiembre del 2024. Financiamiento estadounidense multianual “basado en compromisos futuros” (pp. 6) por parte de Israel.

¿Revolución televisada?

A partir de octubre del 2023, el debate sobre el conflicto Israel-Palestina se reabrió a un nivel popular como consecuencia no solo de los múltiples ataques y respuestas entre ambas partes involucradas, sino por el ya mencionado auspicio estadounidense. Y menciono tal debate como “popular” debido a la gran cantidad de deportistas, cantantes, actores, actrices, comediantes e industria del entretenimiento en general, quienes mostraban su relación con alguna de las partes y en ello sustentaban su respaldo.

Sugiero observar como ejemplo los casos –seleccionados arbitrariamente– del comediante Jerry Seinfeld y la actriz Melissa Barrera, quienes utilizaron sus redes sociales para comentar/respaldar a Israel y Palestina, respectivamente. En el primer caso, Jerry Seinfeld reconociéndose como parte de la comunidad judía, levantando la bandera de Israel y siendo enjuiciado únicamente por seguidores de su trabajo; y en el segundo ejemplo, Melissa Barrera siendo despedida y bloqueada parcialmente de la industria cinematográfica por su postura a favor de Palestina. Las consecuencias de estos dos pronunciamientos son diferentes, pero se encuentran sujetas por la misma explicación.

Desde la postura del comediante, a quien me atrevo a mencionar como la representación general de la moral liberal, el conflicto solo se vuelve una atrocidad contra la humanidad y la libertad cuando existe una respuesta de la contraparte subalterna, en este caso, Palestina. “La oposición a toda forma de violencia (…) parece ser la principal preocupación de la actitud liberal tolerante que domina hoy” (Žižek, 2007: 18). El hecho de ignorar las circunstancias de un conflicto multifactorial, por promoción exclusiva de la paz, visibiliza una serie de actitudes que inconscientes, son reflejo de la dinámica liberal.

Si observamos a través de Žižek, este caso es la manifestación de la violencia subjetiva, aquella ejercida por agentes sociales, individuos malvados, aparatos represivos y multitudes fanáticas, que son reflejo de la lógica del capital. Es decir, la manifestación de la estructura de dominación histórica en las interacciones entre individuos según su posición social (en ambos sentidos).

REC. 2019:

De la grabación del documental pueden obtenerse un sinfín de interpretaciones. Sin embargo, es innegable la documentación de la intención de desalojo por parte de grupos israelíes previo a la descontrolada inversión estadounidense en operaciones militares; lo que abre el panorama del conflicto a un nivel popular, a través del retrato de maquinaria pesada arrasando con los hogares de familias palestinas dentro de las 20 aldeas de Masafer Yatta o el hostigamiento militar ante la presencia de las cámaras. Posterior a ello, el estallido militar y paramilitar en 2023 al que los medios han dado seguimiento desde entonces, convirtió al acontecimiento en un ir y venir de opiniones y manifestaciones públicas a miles de kilómetros de la zona de origen.

Aunque, más allá del contenido, el documental destaca por haber sido el testimonio de la perspectiva del otro frente a una realidad hostil –siguiendo la distinción lacaniana sugerida por Žižek entre lo real y la realidad–. En las pantallas de las y los televidentes estadounidenses fue proyectado un ángulo distinto del mismo acontecimiento; un acto contestatario a la industria de mayor fomento de la propaganda y la violencia simbólica. Un acto con verdadera intención revolucionaria que toma la “televisión americana” para manifestarse, a diferencia del rapero estadounidense vestido en diamantes que se declara “revolucionario” tras representar al tío Sam como una persona afroamericana en el medio tiempo del super bowl.

 

Comentario final

Como ya ha sido mencionado, la defensa liberal moralista de la paz, ante la respuesta de un grupo minoritario que “atenta” contra el Estado y sus aliados, también es un acto de violencia subjetiva. El gran “pero”, es que este encuentra mayor compatibilidad entre individuos. ¿Por qué sucede esto? Por ser la parte impulsada por la cuna de la libertad y la igualdad defensora de los derechos humanos, aquellos con quienes existe una intención de semejanza. En pocas palabras, el american dream.

Finalmente, No Other Land no es una simple pieza de contenido, sin embargo, tampoco es el inicio de una protesta popular en la televisión estadounidense. El discurso basado en la defensa de la libertad es replicado sin consideración del otro (Palestina), dado el factor de proximidad que nos vuelve empáticos parcialmente con la vulnerabilidad de Israel a través de los personajes que admiramos, “la proximidad (del sujeto torturado) que causa simpatía y hace de la tortura algo inaceptable no es la mera proximidad física de la víctima, sino […] la proximidad del prójimo” (Žižek, 2007: 61). Esto en Sobre la violencia (2007), explica los interminables actos de compasión por Estados Unidos tras el caso de las torres gemelas en comparación con los bombardeos estadounidenses en Faluya, que hoy en día, son aplicables para el conflicto Israel-Palestina.

Referencias: